lunes, 29 de diciembre de 2008

Acaba el año...


 
J.G.M

Acaba el año. Otro año más, otro año menos. Para el que viene me he propuesto no proponerme absolutamente nada. Ciertas prioridades literarias y algún que otro viaje a París y a Ámsterdam. Pero por lo demás dejaré que todo siga su curso hasta que el río llegue al mar o se acabe secando.

Aunque concibo este 2009 como el prólogo de una siguiente novela. Una novela que comenzaré a escribir en otros lugares y ambientes, con otros olores y con otras personas. Este año me iré o por lo menos esa es mi idea inicial, a dónde, no lo sé, tampoco lo que haré o lo que estudiaré y mucho menos a quién me encontraré. Dejemos que lo decida el tiempo en estos meses…


La realidad que yo conocí yo no existía. Bastaba con que la señora de Swann no llegara exactamente igual que antes, y en el mismo momento que entonces, para que la Avenida fuera otra cosa. Los sitios que hemos conocido no pertenecen tampoco a ese mundo del espacio donde los situamos para mayor facilidad. Y no eran más que una delgada capa, entre muchas, de las impresiones que formaban nuestra vida de entonces; el recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciamente son tan fugitivos como los años.

Marcel Proust. En Busca del tiempo perdido. Vol.1 Por el camino de Swann.


lunes, 8 de diciembre de 2008

El hombre que escribía de pie



Por Jorge García Martínez

El pescador incansable con el que no habían podido los tiburones más voraces del Caribe  ya no estaba, se había volado los sesos.

Y París, París ya nunca volvería a ser lo mismo. Se la había llevado a la tumba y con ella todo su encanto. Quedaban algunos amigos y Picasso ya se había ido a Mougins para entonces.  A Scott la muerte se lo llevó años antes.

A nosotros sólo nos quedó el rescoldo de la hoguera que fue en su día. Un libro titulado A Moveable Feast de 120 páginas. Y la añoranza que provoca el recuerdo.

El hombre incansable, de enorme coraje que un día enseñó a disparar a los republicanos y que después de la guerra se paseaba por las plazas de toros de España y por los San Fermines diciendo que Franco no tenía cojones a arrestarlo. Amante de los grandes excesos, de las grandes fiestas, del buen vino y de las mujeres.

Aquel que en su día vagaba por el París de entreguerras sin nada en el estómago y que se metía a ver las galerías de arte para que estas saciasen su apetito. Él  mismo que enseñaba a boxear a Ezar Pound y acudía a las tertulias de Gertrude Stein donde no se podía mencionar el nombre de Joyce. Ese que cuenta lo muy podre y muy feliz que era por aquel entonces antes de que publicasen su primera novela.

Sin embargo el tiempo pasó, vino la fama, vinieron los `ricos´, se fue París, se fue Hadley y vinieron la enfermedad y la soledad pese a que siempre estaba rodeado de gente.

Al fin y al cabo el hombre que escribía de pie era como el pescador de su relato. Después de estar ochenta y cuatro días sin  pescar, pescó el pez más grande del óceano y se lo arrebataron los tiburones pero salió vivo y aún sigue vivo;  como se dice en el relato ‘un hombre puede ser destruido pero no derrotado’

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La hegemonía del cine europeo



Por Jorge García Martínez

Hace ya bastantes meses, en concreto en febrero, con motivo del estreno de 4 meses, 3 semanas y 2 días leí en Babelia un artículo del siempre genial Antonio Muñoz Molina en el que decía que había recobrado la experiencia íntegra y casi perdida del cine como tal.

Esa virtud de hacer recobrar a uno el encanto por el cine y saber exprimir todas las emociones que éste de por sí debe ofrecer sin duda es misión del cine europeo, hay algunas excepciones al otro lado del charco pero la sombra de Hollywood, de sus magnates y de sus putas es muy alargada.

El caso es que ese cine íntimo, solitario, que se proyecta en pequeñas salas, lejos de las grandes multinacionales y empresas, que lo descubres en pequeños artículos, en rumores y recomendaciones y vas indagando en él hasta que por fin lo amas. El cine que refleja como nadie los pequeños espacios, el ambiente de las calles desiertas en la noche, el estupor de lo acontecido, el dilema moral de los personajes….

Ese cine que muchas veces prescinde de secundarios pedantes que dan información acerca de los protagonistas, dejándolo así para la magia de la imaginación de cada cuál. El cine de los finales abiertos, en los que los protagonistas se enfrentan a un mañana después de lo ocurrido.

 El cine mordaz y crítico, ensayístico y muchas veces artístico. Que presenta algo más que puro entretenimiento, que incita a la reflexión. Ese cine sin duda es el europeo, aunque hay ciertas excepciones como Allen, Eastwood, Thomas Anderson, Iñarritu hasta Sofia Coppola pero que curiosamente el público europeo aprecia y acoge mejor que el norteamericano. Sólo hay que ver la genial  e irónica Un final made in Hollywood de Allen para darse cuenta.

El caso es que el mejor cine que he visto en una butaca en los últimos años es made in Europa.

Recuerdo, cuando hace 1 año y medio vi en una sala vacía en Madrid en pleno julio La vida de los otros, esa edificante película, soberbia y magníficamente rodada e interpretada que muestra como era verdaderamente la vida en la RDA. Cuando me palpitaba el corazón en esos minutos finales de 4 meses, 3 semanas y 2 días. Sin duda una de las mejores películas de esta década. Cuando me estremecía y me emocionaba al oír las palabras salidas del parpadeo del ojo izquierdo de Jean-Dominique Bauby en la deslumbrante y poética La Escafandra y la mariposadel gran Julian Schnabel. Cuando una niña me conducía a la reflexión y a la crítica de todo el fundamentalismo religioso que acompaña a la política en la mayoría de países musulmanes en la siempre admirable Persépolis. Cuando acababa la real, violenta y mordaz Gomorra y te das cuenta de que todo lo que has visto pasa mientras tú te encuentras en una autopista a 100 metros de lo acontecido. Cuando el genial Lars Von Trier nos mostraba la crudeza  de la sociedad y de un sistema en el que no podemos hacer nada  en la durísima Bailar en la Oscuridad y posteriormente en Dogville. O cuando un señor llamado Almodóvar nos hablaba de la soledad, de las heridas del pasado, de las que vendrán en el futuro, de la muerte, y ante el silencio nos decía Hable con ella.

martes, 2 de diciembre de 2008

Cariño, esto es la mafia



Crítica de Gomorra.
Por Jorge García Martínez

Una buena película como decía Fellini es como un buen vino que dura un instante pero te deja en la boca un sabor a gloria que perdura. Gomorra es el vino por excelencia del mercado actual. El vino del que todos hablan y que todos desean probar. Perteneciente a la reserva de 1945 donde Rossellini, Victorio de Sica y Visconti todavía vivían y habían revolucionado la historia del cine con el llamado Neorrealismo.

Gomorra pertenece a esta corriente, cine de verdad, puro realismo, alejado de toda la parafernalia y todo el puterío que rodea al Hollywood actual.

Aquí todas las historias glamurosas y mitificantes que contaban los yanquis sobre la mafia son puro caricaturismo. Scarface, Pulp Fiction, Uno de los nuestros, Infiltrados parecen mera superficialidad comparados con el film de Garrone.

Aquí no hay grandes actores ni decorados espectaculares, ni suenan los Stones, aquí se muestra todo como es y punto. Y el que quiera que lo acepte y el que no que se calle. La vida no vale absolutamente nada y el grado de implicación está desde la cúpula hasta los cimientos. La cámara parece que se encuentra incrustada en las grandes barriadas napolitanas, donde las balas, la droga y la muerte son el pan de cada día. Y lo que es peor, se vuelve común y cotidiano a todos los personajes. La juventud parece estar aleccionada y apenas uno baraja la opción de salir de este infierno ya que todas las aspiraciones en su vida giran entorno a éste.

 Las 5 historias que se cuentan lo muestran de una forma magistral y salvaje, retratan el miedo, la angustia, la inocencia hasta la ambición de cada personaje. La parte psicológica juega un gran papel en toda la película. Pero lo peor de todo esto es que es real. Mientras nosotros somos meros ignorantes, mientras pasamos, como bien muestra la película, a escasos metros de distancia por la autopista. El poder de la Camorra es insaciable y su poder y control es ilimitado. De hecho constituye el 6% del PIB de Italia. Algo verdaderamente acojonante.

Otra cosa que destaco de la película es su tonalidad, Gomorra tiene una propia, muestra una Italia llena de miseria, muerte y corrupción, como si fuese una niebla constante. Hasta la escena de Venecia, en la que no aparece una Venecia de postal si no una muy gris y muy sombría.

Garrone dirige una película perfecta basada en el gran libro de Saviano, de un realismo y una crudeza impactante, como pocas veces se ha visto en una sala de cine. Una película donde se muestra todo como es, donde no existe la posibilidad del me lo creo o no. Así es verdaderamente la mafia, desde el dorado cielo hasta el terreno más fangoso.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El corazón de las tinieblas


J. Conrad

No obstante, como veis, yo no fui a unirme con Kurtz allí y entonces. No lo hice. Me quedé para soñar la pesadilla hasta el final, y para demostrar mi lealtad hacia Kurtz una vez más. El destino. ¡Mi destino! La vida es una bufonada: esa disposición misteriosa de implacable lógica para un objetivo vano. Lo más que se puede esperar de ella es un cierto conocimiento de uno mismo -que llega demasiado tarde- y una cosecha de remordimientos inextinguibles.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El tortuoso 'Camino' hacia el cielo


Critica de Camino.
Por Jorge García Martínez.

Salgo de ver Camino con la esperanza de que todo haya pasado, de que toda la angustia y todo el desamparo, nunca mejor dicho, exprimidos durante los 125 minutos de su proyección han desaparecido y ahora se encuentran en el limbo de la memoria pero pronto me doy cuenta de que no, de que permanecen inmóviles y de que la imagen de Nerea Camacho postrada en su lecho de muerte retumba en mi cabeza más fuerte que nunca. Siento por una aparte alivio pero alivio de qué me pregunto, si ocurrió de verdad, intento encontrar algo a lo que agarrarme pero como una pesadilla es difícil despertarse hasta que finalmente acaba. Así es Camino pero con una gran diferencia de que no te puedes despertar porque estás despierto.

La película se presenta como una habitación oscura en la que en algunos momentos entran pequeños haces de luz pero que nunca llegan a deslumbrar totalmente, prueba de ello es la gran escena de la playa. Fesser filma una película poderosa, con ese dramatismo sin caer en la ñoñeria e intercalandola con esa evasión que continuamente experimenta la protagonista a través de los sueños y de la propia imaginación digna del los pasajes del Burton de Big Fish aunque sin llegar al poderío poético ni visual de La escafandra y la mariposa del genial Julian Schabel. La película se encuentra entre esos dos mundos, el dramatismo de la realidad y el poder de la imaginación.

Sería impropio por mi parte dejar sin escribir unas líneas de alabanza a Nerea Camacho una actriz de 11 años, inexperta, pero que con esos ojazos y esa sonrisa cautiva al más abyecto de la sala, impecable en esas imágenes en las que se la ve danzando, enamorada y acto seguido postrada en una cama mientras unos maniacos hijos de puta intentan hacerla comprender su sufrimiento. En su corta vida descubre lo mejor y lo peor: el amor y la muerte.

Fesser filma una gran película, junto con La Soledad, de lo mejor que he visto hecho en España ultimamente. Un retrato oscuro del Opus Dei, aunque no nos descubre nada nuevo sobre estos, puesto en los ojos verdes de una niña, en primeros pasos de adolescencia, que acaba de descubrir el primer amor y desgraciadamente el último.